Pequeño resumen
¿Por qué
las personas sólo escriben del amor? A todos nos han lastimado y decepcionado,
pero siempre se escribe sobre el amor. Sobre lo bueno que ha sido y los bonitos
sentimientos. Nadie habla del lado “malo”
y oscuro del amor. ¿Qué sentido tiene sólo recordar los buenos momentos? La
vida no tiene sólo momentos buenos, también tiene malos y dolorosos. Creo que
simplemente las personas omiten el hecho del sufrimiento porque no pueden
soportar eso. Esa es la misma razón por la que se habla siempre de la vida,
como si morir fuera algo malo. Sin embargo, morir, nadie puede evitar morir;
nadie puede decidir (con exactitud) cuando va a morir, pero sí creen que pueden
decidir cuándo y cómo van a vivir. En fin, no me quiero considerar como una
persona rara por pensar así; porque
entonces sería del grupo de chicas raras,
inteligentes e intelectuales que están a la moda. Simplemente, siempre me
he preguntado, porqué el ser humano prefiere vivir, aunque es el único animal
que es capaz de quitarse la vida.
Tampoco voy
a decir que soy la típica chica que sufría de bullying sin razón alguna. Aunque
la verdad es que así era, pero no tiene la mayor importancia. Nunca se lo dije
a nadie en mi infancia, ni a mis padres ni a mis “amigos”. Seguramente psicólogos dirán: claro que tiene
importancia, porque eso ha forjado a la chica dura y fría que escribe esto,
además de que tiene una fijación por la figura paterna (complejo de Electra).
Ya saben ustedes, cualquier cosa que se sacan de la manga los psicólogos.
Después del
segundo hombre que me dijo que me quería y luego de tener sexo me ignoró, dejé
de creer que había hombres diferentes. Sin embargo, hay hombres muy
persistentes. Él se llamaba Andrew, era un tipo totalmente normal, moreno, ojos
oscuros, cabello lacio y largo. Al principio me trataba bien, me procuraba;
bueno, demostraba que me quería. Salí con él por tres meses. La primera vez que
tuvimos sexo, teníamos un mes de relación. Después de un mes, él dejó de
interesarse por mí. ¿Fue mi error? Tal vez sí, tal vez es que yo no le demostré
que lo quería. Pero desde ese momento supe que estaba cansada de que los
hombres me usaran. Si hasta el momento habían sido dos, ¿tenía que esperar a
que algunos más me hicieran sentir mal? No iba a volver a dejar que me hicieran
sentir como un objeto, que sólo usas y lo desechas.
Capítulo I
26 de
febrero del 2014
El mejor
sexo que he tenido, bueno casi. En realidad no quería hacerlo, pero él termino
convenciéndome. Todavía hace unos años él me traía más que loca. Cuando lo
conocí, me pareció encantador. Su sonrisa me derretía, sus claros ojos eran
hermosos y su voz... Su voz era lo que más me gustaba, nunca había escuchado
ese tono tan perfecto. Yo estaba enamorada de él, no porque fuera guapo.
Físicamente era un hombre normal, 1.80, delgado, cabello rizado y largo, tez
clara y con barba. Era, en promedio, atractivo. Pero era inteligente, sabía de
todo. Le gustaba explicar y era paciente. Bueno, sí. Tiene muchas cosas que me
gustan, pero es él. No me toma en serio, no me quiere como yo lo quiero y no
puedo esperar nada más de él. He aprendido a resignarme a ser sólo entretenimiento. Y bueno, la verdad es
que no puedo estar con nadie por ahora. A veces creo que soy una persona
imposible de querer, que no soy suficiente para los demás y que no tengo nada
que ofrecer a las personas. Me siento tan tonta la mayor parte del tiempo. ¡Qué
día!
Vamos abajo
Llevaba
ocho meses con Axel, una amiga me lo había presentado. Y desde que nos
conocimos hicimos clic, no tardamos mucho en comenzar a salir y formalizar una
relación. Sinceramente yo no creí que me enamoraría de él tan rápido, pero
bueno, me enamoré de él y él se enamoró de mí. Nunca peleábamos, nos llevábamos
muy bien, éramos los mejores amigos, no había secretos. Siempre estábamos
juntos y es posible que eso fuera un gran error. Lo comencé a amar al poco
tiempo, pero esperé que él me lo dijera primero. Era increíblemente feliz a su
lado. Llevaba ocho meses con Axel cuando lo conocí, él entró por esa puerta de
madera al salón y se sentó justo a un lado de mí. Con su cabello alborotado. Mi
amiga me miró y golpeó mi hombro.
- - No lo veas tanto, se va a
dar cuenta. – yo sonreí, en realidad no supe por qué.
Su nombre
era Adrián, tenía que tomar esa materia. Sus ojos eran preciosos y su sonrisa
también. Sin embargo tenía un defecto, era muy inteligente para mí. Desde el
primer momento me intimidó, lo que era muy raro, pues sólo me intimidaba la
gente más grande que yo. Se volvió mi amor platónico ese día. Lo veía todo el
tiempo en clase, cuando salía de clase, cuando caminaba por los pasillos o
cuando estaba leyendo algo en las mesas de la cafetería.
Axel y yo
comenzamos a tener problemas cuando su ex novia me contactó y me mandó una
serie de e-mails, en los que me hacía responsable de su alcoholismo y su depresión.
Axel también me ocultaba que hablaba con ella para hacerla sentir mejor, siempre
estaba pendiente de ella; hasta cierto momento creo que él sólo hacía lo “correcto”,
el problema es que no me tomó en cuenta. Y eso me dolió. ¡DIOS! Cómo llegué a
odiar a su estúpida ex novia. Parecía que yo era la mala de la historia, yo
sabía de su existencia, pero no creí que me fuera a afectar.
- - Deberías hablar con Axel,
que decida qué hacer. No te toma en cuenta. – sugirió Bonnie, mi amiga.
- - Ya hablé con él. Dice que ya
no hablará con ella, pero es que la quiere, es su amiga. – respondí un poco
resignada. – Además, tampoco quiero que deje de contarme las cosas. Si lo
presiono ya no me dirá nada.
- - Es que su ex novia está loca,
intentar suicidarse… es otro nivel, hasta mi mejor amigo lo dice. Sólo está
manipulando a Axel para hacerlo sentir mal y él es un idiota que se deja. Él es
tuyo, son el uno para el otro. No dejes que esa zorra mal nacida te lo quite.
Bonnie tenía
razón. Axel era mío, no exactamente de mi propiedad, pero había luchado por él
y había soñado con encontrar a alguien que me tratara como él lo hacía. No iba
a dejar que esa pequeña zorra consentida con problemas de dependencia me
molestara. Así que decidí hablar con Axel. Cuando fue por mí a la escuela
caminamos hasta encontrar un lugar donde sentarnos, lo miré a los ojos y lo
abracé. Él se desconcertó un poco, pero me respondió el abrazo. Besé su mejilla
y tomé aire.
- - ¿Estás bien? – preguntó con
su dulce voz.
- - No, – respondí algo tajante.
– quisiera decirte algo. Pero quiero que seas sincero conmigo. – él se quedó
callado y sólo me miró, tal vez imaginaba lo que iba a decirle y estaba
preparado para responder. – ¿Qué pasa con Andrea? ¿La quieres?
- - No pasa nada. No la quiero.
- - ¿Seguro?
- - Sí. – yo sabía cuándo me
mentía, pero a veces prefieres engañarte y pretender que de hecho son sinceros
contigo. Lo miré en silencio.
- - ¿Puedes contarme lo que sea?
– insistí.
- - No es nada. ¿Por qué sigues
con lo mismo? – levantó un poco su voz.
- - Pues me importas. Y si ella
te importa, yo te apoyo. Si ella necesita ayuda... sólo tienes que decirme. También
la puedo ayudar. – respondí, no sé si me escuchaba sincera o como una tremenda
hipócrita. Pero era capaz de rebajarme a su nivel para que no me hiciera daño.
- - Ella me quiere a mí para
estar bien. ¿Me vas a dejar a su lado? – se me hizo un nudo en la garganta. No pude
decir nada. – Yo me siento mal, no me gusta saber que ella está así por mi
culpa. No puedo hacer nada porque te amo y estoy contigo.
- - ¿Preferirías no estar
conmigo para ayudarla?
- - Yo no dije eso.
- - Es exactamente lo que
dijiste. – unas lágrimas quisieron salir de mis ojos, pero me contuve. - ¿Qué
pasa con nosotros? No somos así, no peleamos, siempre arreglamos las cosas y
luego nos besamos.
- Tal vez ya hemos pasado
mucho tiempo juntos pensando sólo en nosotros. Deberíamos pensar en qué haremos
después. En lo que tú harás y en lo que yo haré.
Esa noche
no dormí, las cosas no habían salido como las había planeado. Esperaba su
apoyo, era mi novio y se supone que me amaba. ¿Les ha pasado que tiene una
sensación de que algo pasara, algo malo que les va a doler y que cambiará las
cosas? A mí sí y no sería la única vez que me pasaría. Iban a venir más y cada
vez más dolorosas.
Llegué temprano
a la escuela, Adrián estaba afuera fumando. Me acerqué y lo saludé, él me
abrazó y besó mi mejilla.
- - ¿Cómo estás? – preguntó un
poco extrañado. – Te ves cansada, ¿dormiste bien?
- - No mucho. – respondí soltando
una carcajada.
- - ¿Te pasó algo? Me puedes
contar.
- - Pues no sé… - esa era mi respuesta para cuando no quería
hablar de eso.
- - ¿Tienes cosas que hacer
saliendo de clases? – preguntó haciendo a un lado su cigarro.
- - Tarea… - suspiré.
- - Te invito a comer. Piénsalo
y me avisas. – anotó su celular en mi mano y se metió al salón. Mi corazón
latía con rapidez, no sé cómo le hice para no desmayarme.
Pasaron
algunas horas y no sabía qué hacer. Era una comida, pero una comida con tu amor
platónico es como ponerle el cuerno a tu novio. No lo veía correcto, pero se
escuchaba tentativo. Le pregunté a Bonnie y ella me sugirió que no fuera,
podría ser peligroso, no porque Adrián fuera a hacerme algo que no quisiera,
sino precisamente, todo lo que él hiciera me iba a parecer bien. Era la 1:30pm,
saqué mi celular y escribí: “te veo en las escaleras”. Marqué su número y se lo
envié. Nuevamente mi corazón comenzó a latir con rapidez, mis manos sudaban un
poco y sentía la respiración algo agitada. Bonnie me miró, sabía lo que había
hecho. Entonces mi celular vibró sobre la mesa, lo tomé y abrí el mensaje. “Claro,
no tardes.”, decía el mensaje.
Cuando la
clase terminó, tomé mis cosas con tanta agilidad que fui la primera en salir. Bajé
las escaleras corriendo y lo encontré ahí esperando.
- - ¿Cómo sigues? – preguntó.
- - Mejor, gracias. – comenzamos
a caminar - ¿A dónde vamos?
- - Tú dime. - respondió rápidamente.
- - No lo sé. ¿A dónde quieres
ir?
- - Voy a donde tú me digas.
- - Vamos al Trébol, hay comida
rica.
- - De acuerdo.
Nos
sentamos y pedimos la comida. Yo no hablaba mucho, no sabía qué decir. Nunca había
estado en esa situación, donde yo no tengo el control (o donde no sentía que
tenía control), todo el tiempo era yo quien controlaba la relación o la amistad
y él me confrontó directamente. Hacíamos
lo que yo quería, pero era él quien había puesto esa condición. Terminamos la
comida, salimos del establecimiento y volvió a preguntar.
- - ¿Tienes cosas que hacer?
- - Ya te dije. – suspiré. Me sentía
agotada.
- - Vamos a mi casa, yo puedo
ayudarte.
Sonreí de manera sarcástica. ¿Ayudarme? A quitarme la ropa
solamente.
- - No, gracias. Me tengo que
ir.
- - Oye, no tienes nada que
hacer. Vamos, prometo que pasarás un tiempo divertido.
Terminamos caminando a su casa. Rentaba en un lugar. Era algo
pequeño. Saqué mi libro y le comencé a pedir ayudar. Él se acercó y me explicó
de forma clara. A pesar de todo y de cómo me sentía por Axel, me sentía cómoda
con Adrián. Y eso es difícil, las personas y yo no congeniamos. Me senté a su
lado y vi algunas cosas que tenía. Él miraba su computadora y platicaba por el
chat, teníamos varios amigos en común.
- - ¿Cuántos años tienes? –
preguntó.
- - 18, ¿tú? – respondí.
- - 19
- - Tienes problemas con tu
novio, ¿verdad?
- - No lo sé. Creo que sí. ¿Cómo
sabes? – le pregunté sonriendo.
- - Presentimiento.
Suspiré y miré mi collar. Por unos momentos me sentí agobiada
nuevamente, como si no supiera qué hacer, pero al mismo tiempo, me quería
preparar para que ese golpe que llegaría no me doliera tanto.
- - ¿Puedo besarte? – preguntó Adrián.
No había notado que me miraba. Supongo que me sonrojé, pues él sonrió.
- - ¿Qué? Pero tengo novio.
- Podemos fingir que yo te lo
doy y tú no puedes hacer nada. – dijo mientras se reía y se levantaba. Me tomó
de la mano y me acostó a su lado. – No haré nada que no quieras. ¿Te puedo
besar? – no había sentido esta sensación en el estómago desde que había visto a
Axel parado en aquella calle, mirando en mi dirección. Adrián sabía la
respuesta. Cerré los ojos, él se acercó a mí y tocó sus labios con los míos.
Fue un beso largo, suave, tierno. Entonces supe que no sólo iba a llorar por
Axel, sino que en ese momento algo dentro de mí en mi corazón se había
despertado por Adrián.